viernes, 28 de junio de 2019

Puente del Púlpito: por un sermón a todo pulmón


Por Norma Márquez O.

Escalinata Puente del Púlpito





Durante la época colonial, el uso de capillas a cielo abierto permitió la evangelización de los indígenas, dada la prohibición de pisar suelo sacro sin estar bautizados y la cualidad extramuro de los centros ceremoniales prehispánicos. 

Son escasos los vestigios que se conservan de esa práctica, pero a pesar de la modernidad y luego de cuatro siglos, Chimalistac y el aire bohemio de sus calles empedradas cuenta con un rastro similar en un peculiar basamento considerado monumento histórico: el Puente del Púlpito.



Puente del Púlpito

Sobre la actual calle Paseo del Río, una serie de antiguos puentes de piedra se extiende a lo ancho del que fuera el Río Magdalena, y entre ellos, éste resalta por la encomienda que desde mediados del siglo XVII lo levantó como un oratorio al aire libre para evaluar a los frailes carmelitas.



Desde el estrado
Tal habría sido la resonancia del río que desde el pequeño estrado de ladrillo los frailes debían hacer gala de oratoria, de tal manera que su sermón fuese escuchado por sus evaluadores hasta la tribuna, como un ensayo para la homilía en el interior del templo.

Hoy no hay más cauce que el trazo de la calle, pero el Puente del Púlpito se mantiene en un plácido sendero como una huella de aquella encomienda a cielo abierto, entre el inevitable paso del tiempo.


Fuente: Declaratoria de Chimalistac como Patrimonio cultural tangible e intangible de la Ciudad de México, expediente en formato PDF, 5 de marzo de 2016, consultado el 27 de junio de 2019.




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