miércoles, 18 de enero de 2017

La célebre calle San Jerónimo, modestia aparte

Por: Norma Márquez

Las calles del Centro Histórico no dejan de sorprenderme. Su traza, historia, palacios y los oficios nacidos y preservados en ellas, hablan más de lo que aparentan. Algunas son conocidas por la oferta en mayoreo y otras por ser caminos estratégicos hacia diferentes puntos del centro; pero ésta, la calle San Jerónimo, está lejos de la ganga al mayoreo, del bullicio y del asedio vial. Sin embargo, tanto como sus vecinas y simplemente por estar donde está, la pequeña San Jerónimo no se queda atrás para narrar mucho de lo que esconde de Bolívar a Correo Mayor entre su historia, magia y secretos.


Beatos dejando huella, mucha
Como era costumbre en la época virreinal, algunas de las calles del Centro Histórico fueron popularizadas por los templos con los que colindaban, y ésta no fue la excepción. Nombrada en honor al patrono de los libreros y su respectivo convento fundado en 1585, que todavía guarda las reliquias de San Felipe de Jesús, Santa Cordula, lógicamente de San Jerónimo y el féretro de la llamada Décima musa Sor Juana Inés de la Cruz, enclaustrada en dicho convento hasta su muerte en 1695. Es decir, no poca cosa.

Pero responder a la nomenclatura de esta calle es sólo el inicio. Tal como ocurre con sus vecinas, para revelar los secretos de San Jerónimo en el Centro Histórico es necesario andarla, mirarla con curiosidad, vivirla, y por lo tanto, revivirla. Caminemos, pues.

Una plazuela reacondicionada por la delegación Cuauhtémoc es el punto de partida. La calle de un solo carril se extiende entre varios edificios antiguos que ostentan la leyenda de haber sido recuperados tras los terremotos de 1985, mientras el número 20 parece desentonar con el resto en arcilla y tezontle, que resulta ser uno de los accesos al edificio adjunto de la Universidad del Claustro de Sor Juana, campus Regina y su exclusivo restaurante-escuela Zéfiro, antigua celda de la marquesa de Selva Nevada.

Un solo sitio con un chorro de historia
En Isabel la Católica 97 se encuentra la Librería Antigua Madero, sitio donde en 1898 nació Daniel Cosío Villegas, antiguamente conocido como Casa de la Acequia. Pero vamos por partes, hasta el principio.


El origen de la actual esquina
Sabemos que desde la legendaria águila sobre el nopal, la muy leal y noble Ciudad de México adquirió fama lacustre al estar rodeada de agua dulce y salada, dando sentido al uso de trajineras para el transporte como el pan de todos los días. Por ello, no debe sorprendernos que existiera una zanja más en lo que hoy es la transitada Isabel la Católica. La acequia corría hacia la renovada calle de Regina y era atravesada por el llamado Puente del Monzón, conocido así por colindar con la casa de Juan Monzón Salcedo, quien fuera escribiente real a finales del siglo XVII. 

Curiosamente el agua corría dentro de la propiedad, de ahí que fuese conocida como Casa de la Acequia, todavía con vestigios del torreón que se levantó en ese lugar como punto de vigilancia en aquella época.

En 1898 nació en el mismo lugar el economista, sociólogo, historiador y periodista Daniel Cosío Villegas, quien en 1934 fundara el Fondo de Cultura Económica con el propósito de proveer de libros en español a estudiantes de Economía, expandiendo posteriormente su labor de divulgación a otras áreas literarias.

Madero 12 dio cobijo y esplendor a la Librería Antigua Madero durante más de 70 años. Actualmente, con anaqueles del piso al techo, sigue siendo un valioso acervo literario que da continuidad a la memoria de la antigua acequia y a la casa del historiador Cosío Villegas. Todo en un mismo lugar. Es decir, todavía no cruzamos la segunda cuadra y ya descubrimos un montón de historias. Sigamos.

Universidad del Claustro de Sor Juana
Antiguo templo de San Jerónimo del que este recinto universitario es privilegiado inquilino en la actualidad. Además de siglos de misticismo e historia, entre muros anchos, altos y repletos de reliquias religiosas, la universidad ocupa el sitio donde la célebre Sor Juana se mantuvo enclaustrada mientras desarrollaba la lírica, la poesía y el teatro hasta su muerte.

Frente al claustro se encuentra la Hostería La Bota, famosa por sus paredes atiborradas de recuerdos fotográficos antiguos dando al local un ambiente acogedor, que estudiantes e intelectuales aprovechan dada la cercanía con el claustro. 

El ex convento se extiende entre bancas y jardines de la plaza, permitiendo el esparcimiento y haciendo honor a la Décima musa. Un lugar que visualmente se convierte en una estampa con la combinación de muros del siglo XVII y las bardas aprovechadas como lienzo en blanco para el grafiti, gracias al permiso otorgado por el gobierno de la ciudad para quienes hacen uso del aerosol como medio de expresión. 

Plaza de San Miguel Arcángel
Donde el eco de la fe se combina con el bullicio, se encuentra el Templo de San Miguel Arcángel, levantado en 1692 para atender originalmente sólo a españoles. Hoy nombra también a la plaza, lo mismo visitada por feligreses que por usuarios del Metro.


Al cruce con Pino Suárez, es imposible ignorar una muestra más de las antiguas acequias con la ondulación del pavimento bajo la Escuela Primaria España, antes llamada Escuela Primaria República del Perú y en la que estudiara el periodista Jacobo Zabludowsky.

Dada la cercanía con La Merced, es en este punto donde la muchedumbre se desplaza cargando bultos de aquí a allá. Pocos toman San Jerónimo como sendero, pero, modestia aparte, sin duda ha cimentado un cúmulo de historia desde hace siglos en el Centro Histórico de esta gran Ciudad de México. 


FUENTE: Universidad del Claustro de Sor Juana; Guía del Centro Histórico; Boletín de Monumentos Históricos INAH, LUGO RAMÍREZ, Mónica, La Acequia de la Merced; Fondo de Cultura Económica.

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