viernes, 16 de octubre de 2015

Biblioteca Lerdo de Tejada

Por: Luz Eréndira.


Si acostumbran visitar el Centro Histórico de nuestra Tenoch Ciudad de México, no dejen de dar la  vuelta por un inmueble que sólo de ver su fachada, creerán que se trata de una antigua iglesia, sin embargo, al entrar se llevarán una ¡AUTÉNTICA SOPRESA!




A lo largo de su historia, esta construcción ha sido empleado para diferentes fines, y en la actualidad alberga a la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, que también cuenta con una extensa Hemeroteca, se ubica en la calle República del Salvador No. 49, y es un referente obligado para los que aman la lectura de los libros en físico, así como de quienes desean leer y documentarse de los acontecimientos ocurridos entre los siglos XVI y XIX, como de la historia reciente actual. Y que mejor fuente que consultar los periódicos y/o diarios, de los que aún se conservan (afortunadamente) las publicaciones originales, aunque también ya están digitalizadas, lo cual es un acervo historiográfico por demás valioso, que hay que cuidar y aprovechar, ¿no les parece?

Este edificio antiquísimo fue construido entre los años 1751 y 1770 por el arquitecto Ildefonso de Iniesta para la orden de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en la antigua calle del Arco de San Agustín, y la financió Antonio Calderón Benavides, devoto de dicho santo.

La biblioteca fue abierta al público en octubre de 1928, con el objetivo de estimular en México el estudio y documentación de las ciencias económicas. Más tarde, para 1957, con motivo del centenario de las Leyes de Reforma, recibió el nombre de Miguel Lerdo de Tejada, como un homenaje a quien ocupó el cargo de la hacienda pública durante las presidencias de Ignacio Comonfort y Benito Juárez.

Ya para finales de los años sesenta, el edificio fue restaurado para albergar la biblioteca, recuperándose su fachada original de estilo barroco a cargo del arquitecto Carlos Chanfón.

Al entrar al lugar, en la sala principal de la biblioteca podrán apreciar varios murales que son del pintor Vlady, los cuales realizó entre 1972 y 1982, dicha obra se llama La Revolución y los Elementos, y la técnica que usó para los más de dos mil metros cuadrados de superficie fue el fresco.


El primer espacio que pintó fue una capilla lateral ahora conocida como Freudiana, en donde alude al autor, al psicoanálisis y a la revolución sexual. La siguiente parte llevaría al artista varios años de trabajo y se convirtió en un reto personal al desplegar personajes, símbolos y referencias culturales dentro del concepto de la revolución, comunicando del artista "la cultura enciclopédica y su imaginación febril". El propio proceso creativo para el despliegue del programa de los murales fue un cuestionamiento profundo para el propio Vlady.

Así que ya saben, si lo que buscan es un lugar apacible, con mucha historia, entren a este “templo” del saber, sentirán como si viajaran en el tiempo, ya que prácticamente “se desconectan” de la vida citadina, a tal punto, que (pese a que está en pleno centro histórico) dejan de escuchar ruidos desde el típico “viene viene”, los claxonazos, y hasta el “llévelo llévelo”.

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