miércoles, 24 de octubre de 2018

Echando un taco con desconocidos


Por Norma Márquez Osornio

Dicen que “en la forma de agarrar el taco se reconoce al tragón” y en las mesas comunitarias de los tianguis se mezclan diferentes expertos en la técnica. Ahí, bajo una lona atada a un poste que cobije el puesto donde hacen del taco una leyenda urbana, nada de glamour ni distinción social, y sí mucha cercanía.

Entre "tragones" nos codeamos


Codo con codo sobre el mantel plástico, compartir y hacer conexión es parte de una regla natural que empieza haciendo espacio a quien se une con un “buenas tardes” y sigue con un “¿me pasa la sal?” cuando el taco está servido.

Entre charolas de salsa y del indispensable el limón – será fruta pero aquí se exprime su plus sazonador – todos sabemos qué significa aquello de “dos, con todo”; por lo tanto entendemos que “sin verdura” serán tacos sin cilantro ni cebolla. Y ahí entra otra regla natural: una cadena humana para el reparto de platos cuando “tragón” y marchante están lejos.

Básicos: salsas, "verdura" y limón

Si se trata de echarse un taco, entre desconocidos nos codeamos. La salsa, la sal y el limón son de uso común y hacer conexión en tanto el taco se hace chico a mordidas y el consomé se evapora a cucharadas es parte del ritual ambulante que nos hace afines, y que termina generalizando un “buen provecho” a manera de despedida.

Así somos, nada de glamour y sí de cercanía en las mesas comunitarias de los tianguis.

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