lunes, 22 de septiembre de 2014

La triunfal calle Madero (2ª parte)

Por: Norma

Lo dicho: gracias a su estratégica ubicación y acumulación de historias, la calle Madero ocupa un lugar primordial en el croquis del primer cuadro de la ciudad de México. Por cierto, en la primera parte también hablábamos de desfiles triunfales. En efecto, esta calle fue puerta de entrada para enaltecer el triunfo de diferentes personalidades de la historia de nuestro país, dejando huella en nuestra propia ciudad. Aquí están enlistados por orden de aparición:

El Ejército Trigarante, con Agustín de Iturbide a la cabeza, arribó por esta calle luego de la guerra de Independencia, lo mismo que Benito Juárez después de derrocar a Maximiliano. El mismísimo Francisco I Madero se encaminó a Palacio Nacional por esta calle cuando era conocida como Plateros, Álvaro Obregón lo secundó luego de la destitución de Victoriano Huerta, Venustiano Carranza la utilizó después de ser nombrado jefe del Ejército Constitucionalista y, finalmente, Emiliano Zapata y Francisco Villa recorrieron Plateros aquel memorable día en que este último rebautizó la calle con el nombre de su compañero de lucha revolucionaria.

Hoy, concurrida a más no poder, la calle de Madero es de los pocos corredores peatonales del Centro Histórico, además de una de las principales vías de acceso al corazón de la ciudad. Continuemos, pues, el recorrido en la segunda y última parte de La triunfal calle Madero.

Mascarón de león
Prácticamente ignorado por los paseantes y asediado por esculturas humanas que aprovechan la esquina con Motolinía para montar su espectáculo, la quietud de este león contrasta con el motivo por el que fue colocado ahí, pareciendo adoptar aquella frase que dice “después de la tempestad, viene la calma”. 

El león, ya dormido
1629 fue el año en que la Nueva España padeció una de las más severas inundaciones de que se tenga historia, al grado de considerarla catástrofe bíblica pues ni el intento de trasladar desde su santuario del Tepeyac a la virgen de Guadalupe hacia la zona fue suficiente para detener tremenda llovizna de más de 36 horas continuas. 

El trazo de la ciudad – a la usanza de las europeas – fue una muestra de que rellenar los antiguos canales de la gran Tenochtitlan no evitaría el desbordamiento de los lagos de Zumpango, Xaltocán, San Cristóbal y Texcoco invadiendo las calles, que permanecieron inundadas durante cinco años más. El león fue colocado a dos metros del suelo, como marca del nivel que alcanzó el agua.

Casa del marqués de Prado Alegre
Típica construcción de cantera sobre tezontle construida en 1740 para el marqués de Prado Alegre, quien se caracterizó por impulsar la orfebrería de los indígenas. Todavía es posible apreciar una piedra prehispánica labrada en uno de los costados del predio.
Se trata de un tesoro arquitectónico del que sólo queda como tal la fachada, pues el interior se adecuó a la modernidad y da lugar a diversos comercios y oficinas en el Pasaje Pimentel.

   


Templo de la Profesa
Ubicado en la esquina con Isabela Católica, este templo funcionó como catedral metropolitana y oratorio de la orden de San Felipe Neri, aunque también fue punto de reunión secreto para la conspiración durante el virreinato, donde María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, mejor conocida como La Güera Rodríguez, fue pieza clave para conjurar ahí ideales independentistas. 
La Profesa
También se dice que la imagen de Nuestra Señora de la Purísima Concepción, expuesta en el templo y a cargo del escultor Manuel Tolsá, fue inspirada en los rasgos de La Güera Rodríguez
Actualmente el templo de la Profesa es admirado por su arquitectura barroca y por la pinacoteca que en su parte alta resguarda obras del siglo XVII al XIX y donde se ofrecen visitas guiadas.    


Museo del Estanquillo 
El Estanquillo
La antigua joyería La Esmeralda se acondicionó en 2006 para exhibir la colección de objetos que el analista político y social Carlos Monsiváis reunió durante su vida, en la que destacó su amor por nuestro país además de su vocación, preocupación e interés por la sociedad mexicana. Su inclinación por la política, las artes, las tradiciones y el humor se ven reflejadas en la donación que hizo a la nación para compartir su deleite.

Centro Joyero
Parecería obvio lo que podemos encontrar en este lugar, pero no está de más recordar que uno de los nombres de esta calle fue Plateros, luego de que el virrey Lope Diez de Armendáriz ordenara la reunión, en un solo lugar, de quienes llevaban a cabo ese oficio. De aquí la raíz de los centros joyeros de la zona centro.

No está de más comentar que parte de lo que hoy es el Hotel Majestic antes fue el Café del Cazador, sitio favorito de escritores en el siglo XIX. 

Museo Mexicano del Diseño
La creatividad reunida en un solo lugar, atractivo desde sus vitrinas, demostrando que la arquitectura colonial no está peleada con las propuestas contemporáneas que ahí se exponen. Primero fue parte de una pirámide azteca, luego uno de tantos palacios del conquistador Hernán Cortés y después fue casa de Francisco Mora y Luna, conde de Nuestra Señora de Guadalupe del Peñasco. Es decir, un monumento histórico que con el museo ha sumado riqueza a este edificio, el cual aún ostenta un cuadro del conde que reza “levantar la mirada y ver a nuestro alrededor”. Dentro del Mumedi sería inevitable.


Fuentes consultadas: Página web de Conaculta, Revista Algarabía, Notimex, Secretaría de Turismo de la Ciudad de México, Guía del Centro Histórico, Museo del Estanquillo y Museo Mexicano del Diseño. Enciclopedia de México, editorial Enciclopedia de México, S.A, 1978.

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