Por Norma Márquez
En 1528, las ruinas
de un calmecac – centro educativo de los antiguos náhuas –
fueron el antecedente sobre el que en 1592 se inició la construcción
de la Parroquia de San Juan Bautista, uno de los primeros templos
construidos en los terrenos de Coyoacán posterior a la conquista,
luego de que Hernán Cortés estableciera aquí el primer
Ayuntamiento de la Nueva España.
Parroquia de San Juan Bautista, en Coyoacán |
El campanario |
Ocultos bajo uno de
los claustros del convento, todavía se conservan los restos del
calmecac. Pero el templo, originalmente de tres naves, es imposible
que pase desapercibido aún con una de ellas.
Declarado monumento
nacional y ocupando una extensa área en uno de los centros de
esparcimiento más visitados de la ciudad, la Parroquia de San Juan
Bautista ha resistido modificaciones interiores, remodelaciones,
obras públicas y por supuesto, el paso del tiempo.
Así, del antiguo
monasterio dominico cedido después a los franciscanos, resalta el
campanario, las columnas y arcos de cantera, los muros anchos y las
ventanas de las celdas, los óleos y escudos de las órdenes que ahí
profesaron y la cruz de piedra en el atrio, manteniéndose hasta hoy
como uno de los vestigios más imponentes del corazón de Coyoacán,
tras 489 años desde su origen.
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