sábado, 22 de julio de 2017

La célebre Calzada de Tlalpan, más allá del arrumaco (2ª y última parte)

Por: Norma Márquez

En mi afán por recuperar la honra y buena parte de las memorias de Calzada de Tlalpan, al menos ya quedó de manifiesto que los hoteles de paso no son lo único que tiene por mostrar. Entre el tránsito y la agitación diaria del primer tramo, Tlalpan ha acumulado múltiples huellas a través del tiempo empezando con su traza prehispánica, además del testimonio de los calendarios mexicanos, de un circo, un tradicional salón de baile, un exclusivo campo de golf ocupando una extinta granja lechera… no hay duda de su versatilidad, pero falta un segundo viaje hasta el final que iniciará en el anillo donde se levanta La Gran Espiga y seguirá en la estación Tasqueña del Metro y Tren Ligero. Este es el resultado, con la evidencia final de que Calzada de Tlalpan es célebre más allá del arrumaco.


Elementos, de Alberto Castro





El mural de la estación

Con esa convicción llegué al Metro Tasqueña, donde los torniquetes no dejan de girar gracias al al hormiguero humano que se esparce a los alrededores y al que me uní en plan turista. Por eso me dio igual estar a su merced, dejándome llevar hacia la propuesta urbana de Alberto Castro Leñero en su mural Elementos. Seguí, y en sólo unas zancadas el pelotón me llevó hacia el andén de trasbordo del Tren Ligero, donde el espacio vital pasa en un tris de lo público a lo íntimo. Ahí estaba yo, “intimando” irremediablemente con extraños mientras llegara el tren.
La luna menguante
La luna menguante de la estación
El silbido del convoy me distrajo cuando en automático los viajeros se arrimaron al borde del andén. Yo me quedé atrás, preguntándome la razón del ícono que comparten tanto el Metro como el Tren Ligero. Pero dicen que “preguntando – a San Google – se llega a Roma” y así supe que ésta, la estación Tasqueña, lleva la marca de una luna menguante en honor a las mujeres alfareras de Taxco, pero que a fuerza de costumbre se dejó de lado la “x” del gentilicio, inmortalizando la pronunciación con “s” para esta concurrida estación de trasbordo. De lo que se entera uno, caray.

Apenas se abrieron las puertas la gente se dejó succionar por el tren, arremolinándose en la búsqueda de un asiento. Francamente yo hubiese intentado lo mismo tomando en cuenta que recorrerría casi 13 kilómetros hasta la estación Huipulco. Pero la perspectiva de un asiento no sería suficiente para llenarme los ojos con los contrastes de Calzada de Tlalpan, así que ni siquiera lo intenté. Dejé que ellos ocuparan los asientos recargándome junto a una de las puertas y me preparé para el recorrido.

Antes de partir…
No sobra traer a colación la evolución del Tren Ligero en la ciudad. El sendero continúa siendo casi el mismo, desde el acompasado trote del transporte tirado por mulas recorriendo rancherías hasta 1896, cuando se pensó en dejar atrás la tracción animal sustituyéndola por la eléctrica con la introducción del tranvía en 1900. Más de uno aplaudió la medida, pues además de modernidad, la electricidad mejoró el aspecto de la calzada manteniendo mucho más limpio el pavimento y disminuyendo notoriamente el tiempo de traslado de los viajeros. Luego llegó el Metro, y desde la estación Tasqueña continuó el camino hacia el sur con ésta, la única línea de Tren Ligero en la ciudad inaugurada en 1986.

Tranvía de los años 70


Aquí un dato curioso
Originalmente el tren se adaptó con los viejos tranvías de los 70. Si bien se dotaban de la electricidad que la modernidad demandaba, también es cierto que los armatostes eran todo, menos ligeros. La “ligereza” llegó precisamente con los convoyes de los 80, y de ahí pa’l real.




Entre transportes te veas
Y es que, en una ciudad como esta el ajetreo en muchedumbre es como el pan de todos los días, pues el Metro y Tren Ligero forman una red de conexión con el paradero de autobuses hacia diferentes rutas de la metrópoli. Por si fuera poco, ésta hace vecindad con la Terminal Central de Autobuses del Sur, una de las cuatro centrales camioneras de la ciudad con corridas hacia el territorio sureño del país. Sí, el ajetreo es alto.

Terminal de Autobuses del Sur
El tren arrancó poniendo en duda su ligereza con una pronunciada curva que provocó el tambaleo de unos y la indiferencia de otros. Entre ellos, un par de enamorados cuyos arrumacos, entre el tumulto abochornado, parecían dar sentido a la fama de Calzada de Tlalpan con la oportuna cercanía de los hoteles de paso. Hora de regresar la vista hacia el exterior, justo cuando nos aproximábamos a la estación Xotepingo.

Sin albur, “lugar de los chiles pequeños”

Entre el eco férreo del tren y continuas ráfagas de autos sobre la calzada, el ícono de la estación Xotepingo parece ser sólo un árbol más simbolizando los que habitaran la zona. Sin embargo, en un área antiguamente fértil para el cultivo de chiles pequeños – del náhuatl Xotecpinco – la estación guarda la particularidad de haber sido construida alrededor de la hacienda y extinta casa de bombas del mismo nombre. Una provechosa zona de abastecimiento de agua gracias al brote de los manantiales de Xochimilco. En pocas palabras, el arbolito como ícono de la estación esconde más historia de lo que aparenta.

Hacienda de Coapa
Algunos vestigios
De entre las reliquias que hasta mediados del siglo pasado conservó Calzada de Tlalpan, la Hacienda de Coapa fue una de las más sobresalientes de la zona, originalmente extendida de norte a sur más allá de las estaciones Textitlán y el Vergel y hacia el oriente rebasando los actuales terrenos del Club América. Una amplia y productiva área de vergeles, donde en el siglo XVII la gente de recursos modestos realizaba días de campo mientras los acaudalados levantaban fincas y grandes emporios, como la fábrica Ron Castillo, propiedad de Federico Goes. El casco de la hacienda fue demolido en 1943 para ampliar la calzada. Ni hablar.

Sólo hasta que volví la vista al interior noté que los arrumacos terminaron cuando la pareja descendió para el alivio de quienes se habían santiguado una y otra vez, allá por la Parroquia de San Pablo Apóstol, aunque no supe si por la cercanía del templo o por la salvación de las almas pasionales de aquel par. Regresé.


Estadio Azteca
El Azteca, símbolo indiscutible de Santa Úrsula Coapa
Imposible pasar de largo la imponencia del Estadio Azteca, sede de dos Copas del Mundo y el coliseo deportivo más grande de América Latina. Sin duda el estadio más afamado en México, inaugurado en 1966.

Regido por semáforos y plumas de contención al cruce con las avenidas circundantes, el tambaleo del tren regresó haciendo una analogía del transporte tirado por mulas. Así llegué a la estación Huipulco pero debía descender, pues el camino se ramifica desviando las vías hacia la Calzada México-Xochimilco y mi objetivo es recorrer Calzada de Tlalpan hasta el final. Una buena caminata me vendría bien. Por cierto, cerca de la que fuera Hacienda de Coapa todavía se conserva la capilla San Lorenzo Huipulco construida en el siglo XVI. Ya está cerrada al culto, pero por algo nombra al pueblo y, por supuesto, a la estación.
Capilla de San Lorenzo Huipulco

La división para la circulación se mantiene al cruce con Anillo Periférico, pero no se parece ni tantito a lo que dejé atrás con las vías del tren. El camellón, ahora arbolado y hasta con bancas y fuentes, da un giro visual a la calzada a la altura de la llamada zona de hospitales, donde se hallan el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas y el Hospital General Dr. Manuel Gea González.

Antigua Hacienda de Tlalpan

Otro centenario vestigio
Francamente nunca había llegado a estas alturas de Calzada de Tlalpan. Descubrí que las ráfagas de autos disminuyeron y que el camellón se reduce al máximo entre una buena tanda de locales comerciales, para luego trazar una curva hacia el remate con Insurgentes Sur. Ahí, sobresaliendo de los comercios, se levanta la Antigua Hacienda de Tlalpan que data de 1837. Inimaginable la extensión original de la finca, simplemente el casco es ahora un amplio y exclusivo restaurante de la zona.


La cercanía del Monumento al Caminero y el inicio de la autopista México-Cuernavaca ponen punto final a mi recorrido por una calzada de origen prehispánico, cuya ruta se ha conservado prácticamente intacta a través de los años, pero antes…

¿Qué con los hoteles de paso?

En la década de los 20 el barrio de La Merced concentraba la mayor parte de los servicios de hospedaje en la ciudad, gracias al auge del comercio textil en la zona centro. Luego, el desarrollo en la fabricación de papel al sur de la ciudad hizo que la oferta hotelera se expandiera hacia Calzada de Tlalpan. Y es que ésta tenía – y tiene – algo que La Merced no: una línea estratégica.

La recién fusionada fábrica de papel de Loreto y Peña Pobre, de la que aún se exhibe maquinaria en Plaza Inbursa Cuicuilco, hizo de Calzada de Tlalpan una ruta directa desde el centro hacia el sur de la ciudad, facilitando el ir y venir de los comerciantes. A ello ya se sumaba la proximidad de granjas, como el actual Club Campestre de la Ciudad de México, y de prósperas haciendas, como la de Coapa y de Tlalpan. Esa es la razón de la alta concentración de hoteles en Calzada de Tlalpan y se agregó el término “de paso” porque los comerciantes permanecían en ellos sólo por cuestiones de negocios; si acaso pasaban la noche ahí para seguir con su camino al día siguiente, haciendo de éstos un lugar transitorio.

Nunca lo imaginé. Anduve de paso por aquí para recorrer la calzada en su totalidad y del objetivo inicial a través de simple observación, terminé con más satisfacción personal con sólo pasar a la investigación. Y sí, reuní suficiente evidencia para confirmar que, más allá del arrumaco, Calzada de Tlalpan es una de las vías más antiguas, versátiles y estratégicas que se mantienen en la memoria de esta ciudad.


Fuentes consultadas. Sitios web de: Sistema de Transporte Colectivo Metro; Servicio de Transporte Eléctrico Ciudad de México; PALAFOX TRUJILLO, Manuel, Cultura tradicional, Desde el tranvía; FRANCO BAGNOULS, María de Lourdes, Literatura hispanoamericana; Estadio Azteca; Antigua Hacienda de Tlalpan, Plaza Inbursa Cuicuilco.

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