Por: Norma
Márquez
Admitámoslo:
Calzada de Tlalpan es famosa por poseer todo menos recato. Digamos que, a pesar
de la tonelada de años que lleva a cuestas, su personalidad parece revolverse
entre el estrés diario y la prisa por vivir a todo lo que da, sin importar lo
que fue, lo que dejó ir y hasta lo que ya ni se acuerda. Todo, antes de ser
abandonada en la demencia de la moderna rutina capitalina.
Pero sí, tiene de todo. Y es que esta versátil avenida despierta y duerme a diario con el trajín comercial, la marcha constante de peatones, el vaivén de los convoyes del Metro y el rugir de motores entre públicos y particulares. Lo mismo se agita con el estridente punchis-punchis proveniente de los CD’S que ofrecen los vendedores ambulantes o se entretiene un 14 de febrero con el asedio de quienes buscan la oferta del arrumaco, aprovechando la veintena de hoteles de paso que la han hecho popular.
Vista general |
Lo que fue…modestia aparte
Construida
entre 1428 y 1440, Calzada de Tlalpan es una de las primeras vías trazadas para
conectar a la antigua Tenochtitlan con los barrios vecinos, en este caso hacia el
sur rumbo a Ixtapalapan (hoy Iztapalapa); durante la época colonial se mantuvo como
camino hacia la sede del gobierno virreinal en Coyoacán; fue contemplada como sendero
estratégico durante la Batalla de Churubusco en 1847 y sigue siendo una de las
principales rutas de comunicación de esta gran Ciudad de México. No en vano da
lugar a buena parte de la Línea 2 del Metro y a todo el itinerario del Tren
ligero hasta los confines del sur de la ciudad.
Asediada desde sus orígenes
Tlalpan
significa en náhuatl “lugar de tierra firme” y hasta la fecha hace honor al
vocablo, sobreviviendo al subsuelo lacustre citadino como una obra de
ingeniería prehispánica digna de admiración, ya que la calzada artificial se
cimentó desde 1.5 metros del fondo del lago para separar el agua dulce –
contenida en los manantiales de Xochimilco y Chalco – de la salada, proveniente
del Lago de Texcoco, Xaltocan y Zumpango, convirtiéndola desde entonces en una
estratégica vía comercial, política y religiosa que hoy comprende más de 18 kilómetros
de extensión…difícil imaginar lo que representó 12 años de semejante labor para
los antiguos pobladores.
El tranvía en los 70 |
Calendarios muy a la mexicana
Edificio Galas |
Cromo típico de Galas |
La parada del circo
La estación del
Metro Villa de Cortés se vuelve fácil de ubicar con un giro visual: la cima de
la Carpa Astros, un centro de espectáculos circenses con más de 127 años de existencia;
mientras que al otro lado de la calzada, esquina con Rubén Campos, se encuentra
el Parque Victoria, ostentando una fuente estilo art decó inaugurada en 1944.
Lo que dejó ir… la memoria
Además de
tránsito y bullicio, el cruce con Eje 6 Sur Playa Pie de la Cuesta guarda un devoto
memorial bajo el asfalto. La Virgen del Pópulo – del pueblo – tuvo una ermita
erigida en 1645, donde los viajeros le veneraban por ser una importante
intersección de su camino. El santuario se mantuvo hasta principios del siglo
XX cuando fue abandonado, para ser demolido en los años 40.
El Califa, palacio del baile por excelencia
En el número
1189, el California Dancing Club sigue siendo un referente para quien desee
sacar brillo a la pista que mantiene desde el 11 de abril de 1944. Entonces, El Califa, como popularmente se conoce a
este tradicional salón de baile, celebró su apertura con música de orquesta y a
ritmo de charleston, cobrando la entrada a tres pesos para los caballeros y 50
centavos para las damas… ¡ahí nomás!
Lo que ya ni se acuerda…la vieja estación
Por ahí de
1933, la parada tranviaria Bretaña anunciaba la cercanía de un galerón
instalado en ese punto para que el público disfrutara de la recién introducción
al país de proyecciones cinematográficas en el Gran Cine Bretaña. Fue en los
años 50 cuando dejó de existir para ampliar la pista de El Califa.
Símbolo cristero en la Portales
Parroquia de Cristo Rey |
Misceláneos, sólo entre Ermita y General
Anaya
Si seguimos hacia
los anillos que unen la Calzada de Tlalpan con Río Churubusco, del lado derecho
encontramos la Casa de Cuna Tlalpan auspiciada por el DIF, mientras que a la
izquierda veremos el domo característico del Centro Nacional de las Artes
(Cenart), un instituto para el desarrollo artístico que alberga foros, plazas,
galerías y áreas verdes en sus 12 hectáreas de extensión.
Domo del Cenart |
Más adelante se encuentra el Museo del Ejército y Fuerza Aérea, que en sus vitrinas exhibe parte de la actividad histórica de la milicia mexicana, entre desfiles, labor social, vivencias e indumentaria. Cabe destacar que el edificio fue construido en 1906 como subestación para la red de tranvías de la ciudad.
Muy cerca se halla el exclusivo Club Campestre de la Ciudad de México, acondicionado en
1905 sobre una extinta granja lechera conocida como La Natividad. Hoy es un lujoso
campo de golf al que pocos pueden acceder, pero que definitivamente da
plusvalía a la colonia Country Club.
Parque Victoria |
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