Por: Norma
El cilindro
vertical con franjas azul, rojo y blanco ha sido el emblema ancestral para
ubicar el sitio donde “pondrás tus barbas a remojar” para su afeitado. El poste
en sí tiene toda una historia detrás, llena de simbolismos desde la edad media.
Pero dejemos al cilindro y dediquemos este espacio a la labor del peluquero, cuyo oficio curiosamente no inició en la
barba de los caballeros, sino blanqueando dientes y extrayendo muelas como una
especie de cirujano-dentista, para terminar acicalando a los pacientes con una
buena mano de barbería, agregando después a sus servicios la peluquería. Es
decir, todo un arte en la navaja para un servicio completo, tradicionalmente entre
la población masculina.
Hoy, luchando
contra el “hágalo usted mismo” que la modernidad ofrece con las espumas y rasuradoras
personales, el peluquero persiste ofreciendo la garantía generacional de un
apapacho profesional.
FUENTE:
Contexto de Durango
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