Por: Luz Eréndira
Como les contábamos en la 1ª. parte de esta reseña, la calle Isabel la Católica inicia en Av. Independencia y es muy larga, ya que atraviesa las siguientes vías:
De acuerdo con registros, esta transitada “avenida” ha
sufrido varias modificaciones en su nomenclatura, algunos otros nombres que ha
tenido Isabel la católica son: Las Carreras, San José del Real, Los Oidores;
asimismo, se le conocía como calle del Espíritu Santo, y allá por los años 1600
era conocida como Los Profesores de la Compañía.
Casa de los
Condes de San Mateo Valparaíso


Según indica una placa, esta casona fue construida por el
arquitecto Francisco Guerrero Torres entre los años 1769 y 1772. Cuenta la leyenda que por haber ocupado unas piedras
prehispánicas que había en el subsuelo, se escuchaban ruidos y ocurrían
maleficios.




El inmueble tiene un estilo dórico- romano con detalles del
estilo renacentista. En la arquitectura destaca su forma cuadrada con tres
naves y sus ocho capillas.
Se tiene conocimiento de que el convento tuvo la ayuda
directa de la hija del emperador Moctezuma conocida como Isabel Moctezuma de
Cano y la extensión del convento llegó a ser de toda la manzana, ocupando lo que
actualmente conocemos como (las calles de) República de Uruguay, Isabel la
Católica, República del Salvador y 5 de Febrero.

El 2 de abril de 1884, se instaló en la iglesia, la actual
Biblioteca Nacional, reformándose los muros exteriores del templo, siguiéndose
el estilo de la portada principal, y convertido el atrio en jardín, se
sustituyó la fea y tosca barda que lo rodeaba, por los pilares y enverjado que
hasta ahora existen.
La leyenda de “las hermanas malditas”
De acuerdo con el
blog “Leyendas coloniales”…
“A finales del siglo XVII, en una casona de
la calle del Espíritu Santo (hoy, Isabel la Católica), vivían las hermanas
Juana y Simona de Cedillo, nativas de Andalucía (España). Tan hermosas como casquivanas,
desbocadas y de conducta prostituida.
Estas perversas hermanas ya tenían muy mala
fama, pues tenían un oscuro y horrible pasado: por sus pésimas costumbres que
tenían unos rufianes dieron muerte a su padre; y que al saberlas como son,
perversamente prostituidas, de dolor murió poco después su madre, no obstante
estando en agonía y delante del padre confesor lanzó sobre ellas poderosa
maldición.
Las hermanas Cedillo, sabiéndose hermosas,
seducían a cuanto caballero se atravesara en su camino, haciéndoles un
picaresco guiño. Los pobres diablos, creyendo que iban a pasar un rato
agradable en brazos de aquellas “damas”, no encontraban otra cosa que la
muerte. Nada importaba a las dos hermanas que muchos hombres murieran por
ellas; noche a noche se divertían escandalosamente, despilfarrando la fortuna
de su padre, rico minero de Potosí. Fueron muy temidas y ruinosas sus orgías.
El escándalo de sus “fiestas” era cada
noche, durando hasta el amanecer. Los vecinos ya estaban hartos y todos los
días pedían al Santísimo que se llevara lejos de allí a aquellas mujeres.
Al parecer las plegarias tuvieron sus
frutos, pues de pronto un día la casa amaneció sola y silenciosa; así pasaron
las semanas y los meses, sin vestigios de vida. ¿Qué había sucedido?”
Continúa la narración… Cierta noche los
conocidos jóvenes calaveras Jerónimo García de Montealegre y Alonso Ortiz de
Murguía corrían otra de sus juergas y como es natural también iban en busca de
los placeres de la carne; echaron a andar por aquella calleja donde caminaban,
cantando incoherencias.
De pronto los dos amigos quedaron
estupefactos, al ver frente a ellos a dos hermosísimas mujeres, eran nada menos
que las dos diabólicas hermanas Cedillo. Pasaron junto a los dos jóvenes
haciendo el consabido guiño a los galanes. ¿Cuándo habían vuelto de su viaje?
De repente las hermanas caminaron
rápidamente hasta su casona, y los jóvenes con dificultades les pudieron dar
alcance; llegaron hasta el zaguán iluminado de aquella casa del Espíritu Santo.
No se veían a las mujeres, pero escucharon ruido de música y risas en el
interior.
Alonso y Jerónimo entraron y vieron una
escena que no esperaban. Músicos, un juglar y las dos mujeres en medio del
zaguán vacío y espacioso; los jóvenes pensando que estaban importunando
pidieron disculpas; pero las damas los invitaron a participar en la juerga.
Las horas fueron pasando al compás de los
cantos del juglar. Los dos jóvenes hallaron lo que buscaban: besos, música y
mujeres. Hasta que, cuando las primeras luces de la aurora se adivinaron en la
estancia, las hermanas dieron por terminada la sesión de amor y locura.
Y cuenta la leyenda y así se encuentra
asentado en documentos de la Inquisición, de pronto, por entre la camisa
abierta de Alonso asomó un pesado crucifijo de oro. Al verlo Simona, que era su
pareja, se apartó de él bruscamente. El joven creyó que la dama tenía temor de
cometer pecado en frente del crucifijo.
Las mujeres insistieron a los caballeros
para que se fueran y finalmente éstos cumplieron su deseo. Pero los dos galanes
quedaron impresionados con la belleza y las caricias de las hermanas y después
de dormir unas horas regresaron a la casa, la cual se encontraba cerrada y
silenciosa. En ese momento pasó un anciano al que decidieron interrogar y cuál
sería su sorpresa cuando les dijo que esa casa se encontraba deshabitada desde
hace meses.
Los jóvenes incrédulos se fueron a una
taberna a matar el tiempo hasta que cayera la noche, cuando ésta fue lo
suficientemente oscura regresaron a la casona. En ese momento escucharon las
voces de las hermanas tras de ellos, volvieron sorprendidos de verlas y
entraron juntos.
La misma escena se repitió; pero llegó un
momento en que las damas hicieron beber vino a los jóvenes, hasta reventar. De
pronto se les nubló la vista y todo fue estallar de luces y sombras confusas.
A la mañana siguiente se encontraban tirados
en la calle todos orinados y viendo a los curiosos burlándose de ellos,
molestos y avergonzados salieron corriendo. Más tarde indignados, queriendo una
explicación fueron a la casa de las hermanas y comenzaron a golpear el zaguán
furiosamente, pero nadie les abrió y entonces decidieron entrar por la fuerza.
Dentro de la casona se respiraba humedad y
abandono, no podían creer lo que veían sus ojos. Ansiosos por descifrar el
misterio se dirigieron a las respectivas recámaras de las hermanas.
Al abrir la puerta, Alonso quedó paralizado
de terror al ver sobre el lecho polvoso y cubierto de bichos a Simona, pero
descarnada y horrorosa. Al mismo tiempo se escuchón un grito horrible en la
recámara contigua. Los jóvenes salieron corriendo de la casa, decidiendo
ir a dar parte a la justicia, pero no tuvieron que molestarse en ir, porque
alguien se ocupó de hacerlo al ver que forzaban el zaguán de la casa.
Los jóvenes les relataron su historia, pero
nadie les dio crédito a sus palabras, pues estaban locos de terror.
La justicia penetró en la casa y encontraron
los dos esqueletos enjoyados de las hermanas malditas. En cuanto a Alfonso
y Jerónimo no se les pudo tomar declaración, puesto que puras
incoherencias decían. Se les envió a una prisión, donde terminaron muertos sin
recobrar jamás la razón.
A pesar del paso del tiempo, ésta historia
tomó cuerpo en nuestros días; todo empieza cuando dos jóvenes recogieron a dos
mujeres en una carretera de Pachuca, y que luego con ellas tuvieron una
aventura romántica, pero cuando las buscaron de nuevo en su casa encontraron…
¡la misma escena macabra que vieron los jóvenes de la época colonial!”.
Ésta historia
también es conocida en otras partes del país, con algunas pequeñas variantes.
En la 3ª. parte de la
calle Isabel la católica, les platicaremos de un hospital que había en el
número 31, de otra leyenda que se cuenta de un@s herman@s “amantes”, así como de
algunos predios que tienen su placa, las cuales refieren de algunos personajes que
nacieron ahí; asimismo, retomaremos un poco Un Rincón de Tenoch, del
cual ya habíamos platicado anteriormente: el edificio Esmeralda, y que hoy alberga
al museo del Estanquillo.
Por el momento les
recordamos que sólo es cosa de salir de casa a explorar las calles y recovecos de
Tenoch, ahí seguramente encontrarán esas Historias escondidas de la Ciudad de
México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Te trae recuerdos? ¡Cuéntanos tus anécdotas!