Por Norma Márquez
O.
Escalinata Puente del Púlpito |
Durante
la época colonial, el uso de capillas a cielo abierto permitió la
evangelización de los indígenas, dada la prohibición de pisar
suelo sacro sin estar bautizados y la cualidad extramuro de los
centros ceremoniales prehispánicos.
Son
escasos los vestigios que se conservan de esa práctica, pero a pesar
de la modernidad y luego de cuatro siglos, Chimalistac y el aire
bohemio de sus calles empedradas cuenta con un rastro similar en un
peculiar basamento considerado monumento histórico: el Puente del
Púlpito.
Puente del Púlpito |
Sobre
la actual calle Paseo del Río, una serie de antiguos puentes de
piedra se extiende a lo ancho del que fuera el Río Magdalena, y
entre ellos, éste resalta por la encomienda que desde mediados del
siglo XVII lo levantó como un oratorio al aire libre para evaluar a
los frailes carmelitas.
Desde el estrado |
Tal
habría sido la resonancia del río que desde el pequeño estrado de
ladrillo los frailes debían hacer gala de oratoria, de tal manera
que su sermón fuese escuchado por sus evaluadores hasta la tribuna,
como un ensayo para la homilía en el interior del templo.
Hoy
no hay más cauce que el trazo de la calle, pero el Puente del
Púlpito se mantiene en un plácido sendero como una huella de
aquella encomienda a cielo abierto, entre el inevitable paso del
tiempo.
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Fuente: Declaratoria de
Chimalistac como Patrimonio cultural tangible e intangible de la
Ciudad de México, expediente en formato PDF, 5 de marzo de 2016,
consultado el 27 de junio de 2019.
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