Por
Norma Márquez
Existen
registros de que los juegos con canicas hacían el deleite de los
niños desde tiempos prehispánicos con ejemplares de piedra, barro y
vidrio. Sin embargo, las tradicionales agüitas y bombochas se
popularizaron hasta el siglo XVII.
Un
hoyito en medio de un círculo trazado en la tierra blanda era el
punto de inicio para hacer llegar las canicas al centro o sacarlas de
ahí mediante pequeños disparos por turnos. Un reto aparentemente
simple, pero que requería buen ojo, agilidad y hasta estilo en
tiritos que convertían a los niños en indiscutibles ases del
“¡chiras pelas!”, exclamación equivalente al jaque mate en
ajedrez.
Hoy,
el juego de canicas sobre un círculo de tierra está en desuso, pero
queda en la memoria de varias generaciones que todavía conservan
ejemplares de agüitas y bombochas como un tesoro, junto con el
recuerdo de haberse proclamado como innegables ganadores poniendo a
sus rivales en “¡chiras pelas!”.
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