Por: Norma
Márquez
Si algo
caracteriza la panorámica de esta capital desde su fundación es la cadena montañosa que la rodea, y hacia el sur definitivamente resalta éste: el volcán de
la Sierra del Ajusco, elevado a casi cuatro mil metros de altura como la cumbre
más alta de la Ciudad de México.
Lejos, pero había que capturar la vista |
Frente a él, menos
popular pero sobrado en historia, se halla el volcán Xite, cuya erupción en 50
a.C obligó al abandono de Cuicuilco para luego cimentar la fama de una
exclusiva zona residencial como lo es el Pedregal de San Ángel. Ambos son hoy una noble y extensa zona boscosa para
la recreación de los visitantes y un indudable icono natural de la delegación
Tlalpan, orgullo de esta metrópoli.
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