Por: Norma
Márquez
Las calles
del Centro Histórico no dejan de sorprenderme. Su traza, historia, palacios y los
oficios nacidos y preservados en ellas, hablan más de lo que aparentan. Algunas
son conocidas por la oferta en mayoreo y otras por ser caminos estratégicos
hacia diferentes puntos del centro; pero ésta, la calle San Jerónimo, está
lejos de la ganga al mayoreo, del bullicio y del asedio vial. Sin embargo, tanto
como sus vecinas y simplemente por estar donde está, la pequeña San Jerónimo no
se queda atrás para narrar mucho de lo que esconde de Bolívar a Correo Mayor entre
su historia, magia y secretos.
Beatos dejando
huella, mucha
Como era
costumbre en la época virreinal, algunas de las calles del Centro Histórico
fueron popularizadas por los templos con los que colindaban, y ésta no fue la
excepción. Nombrada en honor al patrono de los libreros y su respectivo convento
fundado en 1585, que todavía guarda las reliquias de San Felipe de Jesús, Santa
Cordula, lógicamente de San Jerónimo y el féretro de la llamada Décima musa Sor
Juana Inés de la Cruz, enclaustrada en dicho convento hasta su muerte en 1695. Es
decir, no poca cosa.
Pero responder
a la nomenclatura de esta calle es sólo el inicio. Tal como ocurre con sus
vecinas, para revelar los secretos de San Jerónimo en el Centro Histórico es
necesario andarla, mirarla con curiosidad, vivirla, y por lo tanto, revivirla. Caminemos,
pues.
Una plazuela
reacondicionada por la delegación Cuauhtémoc es el punto de partida. La calle de
un solo carril se extiende entre varios edificios antiguos que ostentan la leyenda
de haber sido recuperados tras los terremotos de 1985, mientras el número 20
parece desentonar con el resto en arcilla y tezontle, que resulta ser uno de
los accesos al edificio adjunto de la Universidad del Claustro de Sor Juana, campus
Regina y su exclusivo restaurante-escuela Zéfiro, antigua celda de la
marquesa de Selva Nevada.
Un solo sitio
con un chorro de historia
En Isabel la
Católica 97 se encuentra la Librería Antigua Madero, sitio donde en 1898 nació
Daniel Cosío Villegas, antiguamente conocido como Casa de la Acequia. Pero vamos
por partes, hasta el principio.
El origen de
la actual esquina
Sabemos que desde
la legendaria águila sobre el nopal, la muy leal y noble Ciudad de México adquirió
fama lacustre al estar rodeada de agua dulce y salada, dando sentido al uso de
trajineras para el transporte como el pan de todos los días. Por ello, no debe
sorprendernos que existiera una zanja más en lo que hoy es la transitada Isabel
la Católica. La acequia corría hacia la renovada calle de Regina y era
atravesada por el llamado Puente del Monzón, conocido así por colindar con la
casa de Juan Monzón Salcedo, quien fuera escribiente real a finales del siglo
XVII.
Curiosamente el agua corría dentro de la propiedad, de ahí que fuese
conocida como Casa de la Acequia, todavía con vestigios del torreón que se
levantó en ese lugar como punto de vigilancia en aquella época.
En 1898 nació
en el mismo lugar el economista, sociólogo, historiador y periodista Daniel
Cosío Villegas, quien en 1934 fundara el Fondo de Cultura Económica con el
propósito de proveer de libros en español a estudiantes de Economía,
expandiendo posteriormente su labor de divulgación a otras áreas literarias.
Madero 12 dio
cobijo y esplendor a la Librería Antigua Madero durante más de 70 años. Actualmente,
con anaqueles del piso al techo, sigue siendo un valioso acervo literario que
da continuidad a la memoria de la antigua acequia y a la casa del historiador Cosío
Villegas. Todo en un mismo lugar. Es decir, todavía no cruzamos la segunda cuadra
y ya descubrimos un montón de historias. Sigamos.
Universidad
del Claustro de Sor Juana
Antiguo
templo de San Jerónimo del que este recinto universitario es privilegiado
inquilino en la actualidad. Además de siglos de misticismo e historia, entre muros
anchos, altos y repletos de reliquias religiosas, la universidad ocupa el sitio
donde la célebre Sor Juana se mantuvo enclaustrada mientras desarrollaba la lírica, la poesía y el teatro hasta su muerte.
Frente al claustro
se encuentra la Hostería La Bota, famosa por sus paredes atiborradas de
recuerdos fotográficos antiguos dando al local un ambiente acogedor, que
estudiantes e intelectuales aprovechan dada la cercanía con el claustro.
El ex
convento se extiende entre bancas y jardines de la plaza, permitiendo el esparcimiento
y haciendo honor a la Décima musa. Un lugar que visualmente se convierte en una
estampa con la combinación de muros del siglo XVII y las bardas aprovechadas
como lienzo en blanco para el grafiti, gracias al permiso otorgado por el
gobierno de la ciudad para quienes hacen uso del aerosol como medio de
expresión.
Plaza de San
Miguel Arcángel
Donde el eco de la fe se combina con el bullicio, se encuentra
el Templo de San Miguel Arcángel, levantado en 1692 para atender originalmente sólo
a españoles. Hoy nombra también a la plaza, lo mismo visitada por feligreses
que por usuarios del Metro.
Al cruce con
Pino Suárez, es imposible ignorar una muestra más de las antiguas acequias con la
ondulación del pavimento bajo la Escuela Primaria España, antes llamada Escuela
Primaria República del Perú y en la que estudiara el periodista Jacobo
Zabludowsky.
Dada la
cercanía con La Merced, es en este punto donde la muchedumbre se desplaza cargando
bultos de aquí a allá. Pocos toman San Jerónimo como sendero, pero, modestia
aparte, sin duda ha cimentado un cúmulo de historia desde hace siglos en el Centro
Histórico de esta gran Ciudad de México.
FUENTE: Universidad
del Claustro de Sor Juana; Guía del Centro Histórico; Boletín de Monumentos
Históricos INAH, LUGO RAMÍREZ, Mónica, La Acequia de la Merced; Fondo de
Cultura Económica.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Te trae recuerdos? ¡Cuéntanos tus anécdotas!