Por: Norma
Ciudad de
México, abril de 1956. Mientras el rock and roll se dejaba escuchar con fuerza en
la radio, los jóvenes revivían escenas que inmortalizara Adalberto Martínez “Resortes”
en la cinta Viva la Juventud, con atuendo de chaqueta y sombrero en los varones,
y las mujeres con vestidos ceñidos a la cintura que caían por debajo de la
rodilla.
En tanto el Chevrolet
Sedán se mezclaba con los taxis “cocodrilo” en la ciudad, allá, en el cruce de
Madero con Lázaro Cárdenas, en un terreno que se usó como corral para los
animales de Moctezuma II y en la conquista ocuparía parte del Convento de San
Francisco, el bombo y platillo anunciaba la inauguración del que se convertiría
en el primer y más grande edificio con fachada de cristal y aluminio.
La Torre
Latinoamericana, con 44 pisos y 204 metros de altura, fue el edificio más alto en
la capital hasta 1972, cimentando también un ejemplo de excelencia en el
trabajo de su autor Augusto H. Álvarez, al lograr que su obra arquitectónica
continúe en pie a pesar de ocupar una zona altamente sísmica, sobreviviendo a
los terremotos de 1957 y 1985.
Además de
oficinas, la torre cuenta con una cafetería, un museo y un famoso mirador con telescopios
para una inmejorable vista de esta urbe. Si bien ya no es el edificio más alto
de la ciudad, definitivamente la Torre Latinoamericana sigue y seguirá siendo un
ícono de la zona centro, cuya historia, magia y secretos prevalecen para
orgullo de los capitalinos.
FUENTE: Sitio
web Torre Latinoamericana, sitio web Secretaría de Turismo CDMX.
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