Mi abuela solía decir: "no importa si es mucho o poco, pero si ves a algún organillero en la calle dale algunas monedas, pues además de ser artistas urbanos emblemáticos, sólo cargar el organillo bien vale tu cooperación".
Podría pensarse que el oficio no requiere gran ciencia, pues sólo girar la manivela hace posible escuchar Cielito Lindo, Sobre las Olas o La Cucaracha, pero las sabias palabras de mi abuela resuenan en mi mente al percibir el melódico compás con el que los organilleros acompañan nuestros pasos, así que no sólo es cuestión de dificultad sino de respeto y aprecio por uno de los oficios con más tradición en la gran Tenoch, que además llenan nuestros oídos de algo más que el bullicio del tránsito.
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