Si acostumbran visitar el Centro Histórico de nuestra Tenoch
Ciudad de México, no dejen de dar la vuelta
por un inmueble que sólo de ver su fachada, creerán que se trata de una antigua
iglesia, sin embargo, al entrar se llevarán una ¡AUTÉNTICA SOPRESA!
A lo largo de su historia, esta construcción ha sido empleado
para diferentes fines, y en la actualidad alberga a la Biblioteca Miguel Lerdo
de Tejada, que también cuenta con una extensa Hemeroteca, se ubica en la calle República del Salvador No. 49, y es un
referente obligado para los que aman la lectura de los libros en físico, así
como de quienes desean leer y documentarse de los acontecimientos ocurridos
entre los siglos XVI y XIX, como de la historia reciente actual. Y que mejor
fuente que consultar los periódicos y/o diarios, de los que aún se conservan
(afortunadamente) las publicaciones originales, aunque también ya están digitalizadas,
lo cual es un acervo historiográfico por demás valioso, que hay que cuidar y
aprovechar, ¿no les parece?
Este edificio antiquísimo fue construido entre los años 1751
y 1770 por el arquitecto Ildefonso de Iniesta para la orden de la Congregación
del Oratorio de San Felipe Neri en la antigua calle del Arco de San Agustín, y
la financió Antonio Calderón Benavides, devoto de dicho santo.
La biblioteca fue abierta al público en octubre de 1928, con
el objetivo de estimular en México el estudio y documentación de las ciencias
económicas. Más tarde, para 1957, con motivo del centenario de las Leyes de
Reforma, recibió el nombre de Miguel Lerdo de Tejada, como un homenaje a quien
ocupó el cargo de la hacienda pública durante las presidencias de Ignacio
Comonfort y Benito Juárez.
Ya para finales de los años sesenta, el edificio fue
restaurado para albergar la biblioteca, recuperándose su fachada original de
estilo barroco a cargo del arquitecto Carlos Chanfón.
Al entrar al lugar, en la sala principal de la biblioteca podrán
apreciar varios murales que son del pintor Vlady, los cuales realizó entre 1972
y 1982, dicha obra se llama La Revolución
y los Elementos, y la técnica que usó para los más de dos mil metros
cuadrados de superficie fue el fresco.
El primer espacio que pintó fue una capilla
lateral ahora conocida como Freudiana, en donde alude al autor, al psicoanálisis
y a la revolución sexual. La siguiente parte llevaría al artista varios años de
trabajo y se convirtió en un reto personal al desplegar personajes, símbolos y
referencias culturales dentro del concepto de la revolución, comunicando del
artista "la cultura enciclopédica y su imaginación febril". El propio
proceso creativo para el despliegue del programa de los murales fue un
cuestionamiento profundo para el propio Vlady.
Así que ya saben, si lo que buscan es un lugar apacible, con mucha historia, entren a este “templo”
del saber, sentirán como si viajaran en el tiempo, ya que prácticamente “se
desconectan” de la vida citadina, a tal punto, que (pese a que está en pleno
centro histórico) dejan de escuchar ruidos desde el típico “viene viene”, los
claxonazos, y hasta el “llévelo llévelo”.
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