Por: Norma
Si bien los dispositivos móviles amenazan
con convertirse en los nuevos juguetes para niños, me atrevería a asegurar que
simplemente el característico sonido de estos aviones al girar junto con los
llamativos colores de los rehiletes que artesanos como este ofrecen en
Chapultepec, son un sencillo pero atractivo anzuelo que llama primero a la
vista y luego induce a la diversión.
Originalmente hechos de cañuela, una
planta de hojas planas, anchas y puntiagudas, y hoy fabricados con plástico
haciéndolos más resistentes, los aviones y rehiletes traídos por los jugueteros
artesanales, siguen siendo un pintoresco referente de parques públicos y merecen
prevalecer entre la historia, magia y secretos de la Ciudad de México.
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