Por: Norma
Lo dicho:
gracias a su estratégica ubicación y acumulación de historias, la calle Madero
ocupa un lugar primordial en el croquis del primer cuadro de la ciudad de
México. Por cierto, en la primera parte también hablábamos de desfiles
triunfales. En efecto, esta calle fue puerta de entrada para enaltecer el
triunfo de diferentes personalidades de la historia de nuestro país, dejando
huella en nuestra propia ciudad. Aquí están enlistados por orden de aparición:
El Ejército
Trigarante, con Agustín de Iturbide a la cabeza, arribó por esta calle luego de
la guerra de Independencia, lo mismo que Benito Juárez después de derrocar a
Maximiliano. El mismísimo Francisco I Madero se encaminó a Palacio Nacional por
esta calle cuando era conocida como Plateros, Álvaro Obregón lo secundó luego
de la destitución de Victoriano Huerta, Venustiano Carranza la utilizó después
de ser nombrado jefe del Ejército Constitucionalista y, finalmente, Emiliano
Zapata y Francisco Villa recorrieron Plateros aquel memorable día en que este
último rebautizó la calle con el nombre de su compañero de lucha
revolucionaria.
Hoy,
concurrida a más no poder, la calle de Madero es de los pocos corredores
peatonales del Centro Histórico, además de una de las principales vías de
acceso al corazón de la ciudad. Continuemos, pues, el recorrido en la segunda y
última parte de La triunfal calle Madero.
Mascarón de
león
Prácticamente
ignorado por los paseantes y asediado por esculturas humanas que aprovechan la
esquina con Motolinía para montar su espectáculo, la quietud de este león contrasta
con el motivo por el que fue colocado ahí, pareciendo adoptar aquella frase que
dice “después de la tempestad, viene la calma”.
1629 fue el
año en que la Nueva España padeció una de las más severas inundaciones de que
se tenga historia, al grado de considerarla catástrofe bíblica pues ni el
intento de trasladar desde su santuario del Tepeyac a la virgen de Guadalupe
hacia la zona fue suficiente para detener tremenda llovizna de más de 36 horas
continuas.
El trazo de
la ciudad – a la usanza de las europeas – fue una muestra de que rellenar los
antiguos canales de la gran Tenochtitlan no evitaría el desbordamiento de los
lagos de Zumpango, Xaltocán, San Cristóbal y Texcoco invadiendo las calles, que
permanecieron inundadas durante cinco años más. El león fue colocado a dos
metros del suelo, como marca del nivel que alcanzó el agua.
Casa del
marqués de Prado Alegre
Típica
construcción de cantera sobre tezontle construida en 1740 para el marqués de
Prado Alegre, quien se caracterizó por impulsar la orfebrería de los indígenas.
Todavía es posible apreciar una piedra prehispánica labrada en uno de los
costados del predio.
Se trata de
un tesoro arquitectónico del que sólo queda como tal la fachada, pues el
interior se adecuó a la modernidad y da lugar a diversos comercios y oficinas
en el Pasaje Pimentel.
Templo de la
Profesa
Ubicado en la
esquina con Isabela Católica, este templo funcionó como catedral metropolitana y
oratorio de la orden de San Felipe Neri, aunque también fue punto de reunión
secreto para la conspiración durante el virreinato, donde María Ignacia
Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, mejor conocida como La Güera Rodríguez, fue
pieza clave para conjurar ahí ideales independentistas.
La Profesa |
También se
dice que la imagen de Nuestra Señora de la Purísima Concepción, expuesta en el
templo y a cargo del escultor Manuel Tolsá, fue inspirada en los rasgos de La
Güera Rodríguez
Actualmente el
templo de la Profesa es admirado por su arquitectura barroca y por la
pinacoteca que en su parte alta resguarda obras del siglo XVII al XIX y donde
se ofrecen visitas guiadas.
Museo del
Estanquillo
El Estanquillo |
La antigua
joyería La Esmeralda se acondicionó en 2006 para exhibir la colección de objetos
que el analista político y social Carlos Monsiváis reunió durante su vida, en
la que destacó su amor por nuestro país además de su vocación, preocupación e
interés por la sociedad mexicana. Su inclinación por la política, las artes,
las tradiciones y el humor se ven reflejadas en la donación que hizo a la
nación para compartir su deleite.
Centro Joyero
Parecería
obvio lo que podemos encontrar en este lugar, pero no está de más recordar que
uno de los nombres de esta calle fue Plateros, luego de que el virrey Lope Diez
de Armendáriz ordenara la reunión, en un solo lugar, de quienes llevaban a cabo
ese oficio. De aquí la raíz de los centros joyeros de la zona centro.
No está de más comentar que parte
de lo que hoy es el Hotel Majestic antes fue el Café del Cazador, sitio
favorito de escritores en el siglo XIX.
Museo
Mexicano del Diseño
La
creatividad reunida en un solo lugar, atractivo desde sus vitrinas, demostrando
que la arquitectura colonial no está peleada con las propuestas contemporáneas
que ahí se exponen. Primero fue parte de una pirámide azteca, luego uno de
tantos palacios del conquistador Hernán Cortés y después fue casa de Francisco
Mora y Luna, conde de Nuestra Señora de Guadalupe del Peñasco. Es decir, un
monumento histórico que con el museo ha sumado riqueza a este edificio, el cual
aún ostenta un cuadro del conde que reza “levantar la mirada y ver a nuestro
alrededor”. Dentro del Mumedi sería inevitable.
Fuentes consultadas: Página web de Conaculta, Revista Algarabía, Notimex, Secretaría de Turismo de la
Ciudad de México, Guía del Centro Histórico, Museo del Estanquillo y Museo
Mexicano del Diseño. Enciclopedia de México, editorial Enciclopedia de México,
S.A, 1978.
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