Por Norma Márquez
Osornio
Dicen
que “en la forma de agarrar el taco se reconoce al tragón” y en
las mesas comunitarias de los tianguis se mezclan diferentes expertos
en la técnica. Ahí, bajo una lona atada a un poste que cobije el
puesto donde hacen del taco una leyenda urbana, nada de glamour
ni distinción social, y
sí mucha cercanía.
Entre "tragones" nos codeamos |
Codo
con codo sobre el mantel plástico, compartir y hacer conexión es
parte de una regla natural que empieza haciendo espacio a quien se
une con un “buenas tardes” y sigue con un “¿me pasa la sal?”
cuando el taco está servido.
Entre
charolas de salsa y del indispensable el limón – será fruta pero
aquí se exprime su plus sazonador – todos sabemos qué significa
aquello de “dos, con todo”; por lo tanto entendemos que “sin
verdura” serán tacos sin cilantro ni cebolla. Y ahí entra otra
regla natural: una cadena humana para el reparto de platos cuando “tragón” y marchante están lejos.
Básicos: salsas, "verdura" y limón |
Si
se trata de echarse un taco, entre desconocidos nos codeamos. La
salsa, la sal y el limón son de uso común y hacer conexión en
tanto el taco se hace chico a mordidas y el consomé se evapora a
cucharadas es parte del ritual ambulante que nos hace afines, y que
termina generalizando un “buen provecho” a manera de despedida.
Así
somos, nada de glamour y sí de cercanía en las mesas
comunitarias de los tianguis.
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