Por: Luz E. Torres Romero
Al caminar por los mercados y ven este dulce típico ¿a qué
les remite? prácticamente de manera inmediata pensamos en posadas, ¿no?
Sí, y es
que cuando vemos estos multicolores dulcecitos de inmediato los relacionamos
con las fiestas navideñas, ya que los encontramos en los “aguinaldos” y en las
piñatas, ¿a poco no?
Los hay de todas formas, texturas, colores, sabores, ¡vamos!
hasta de tamaños, hay rellenos de almendra, de nuez, de cacahuate, el hecho es
que este delicioso manjar alegra a chicos y a grandes, a hombres y a mujeres, a
niet@s y a abuel@s, lo mismo al que vive en la Condesa, como al que vive en
Tepito, porque para el sabor no hay distinción, menos para el paladar, la cosa
es disfrutar su rico y tan tradicional sabor.

La segunda versión indica que (prosigue El Universal): “la española Consuelo Anaya de
Pérez y su esposo Fernando Pérez García (en
1926) fundaron una empresa llamada Hispano-Mexicana, pequeña fábrica de
dulces… Fue en los años 40 que gracias al éxito de los productos, Consuelo y su
esposo renovaron su empresa y así surgió La Giralda, nombre que fue elegido por
“Chelito” por su admiración al paisaje y la cultura del Sur de España”.
Así que ya saben, si quieren “deleitar” su paladar tienen
todo diciembre para comerlos, más durante las posadas (16 al 24 dic), aunque también encuentran
colaciones el resto del año, sólo que en dulcerías más “especializadas” :).
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